El 80% de personas en el mundo sufren de dolores de columna.

Así es, esas molestias en el cuello, espalda, así como las hernias y la ciática son tan comunes como las caries. La vida diaria nos expone a posturas, golpes, caídas, accidentes y/o movimientos bruscos, por lo cual nuestra columna se ve viendo afectada sin darnos cuenta. Claro, es recién cuando llega el dolor el momento en que le damos importancia y empezamos a buscar soluciones. El asunto es que con las molestias nos frustramos y normalmente nos enfocamos solo en el dolor y no en resolver el tema de raíz.

Muchas veces recurrimos a remedios caseros o formulas mágicas en busca de mejoras que comunmente quedan en pura fantasía. Los resultados no son favorables, el dolor sigue su curso y rápidamente se pierde la calma. Una forma sencilla de ocultar el dolor por un tiempo son los medicamentos, por lo que recurrimos a los clásicos relajantes musculares y antinflamatorios. Pero acá la pregunta es, ¿estamos atacando la causa o solo el síntoma? Cuando tenemos un dolor de muela sabemos que con una pastilla lo podremos calmar, pero sino vamos al dentista es seguro que volverá cada vez y con más fuerza. Igualmente pasa con la columna, podemos calmar el dolor con descanso, pastillas, cremas y bolsas de calor o frio, pero el problema seguirá ahí, y con el tiempo será cada vez peor.

La columna es una estructura articulada de huesos rodeada de músculos y ligamentos, y es por ese motivo que nos permite el movimiento. Si algunas de estas piezas fallan en su función, la consecuencia será el dolor y las contracturas. Al tomar una pastilla, usar calor o tener un masaje trabajamos la contractura mas no la “pieza” causante del problema. Los ajustes quiroprácticas tienen como fin corregir estas “piezas” de la columna que por distintas causas (caídas, malas posturas, etc.) han perdido su funcionamiento normal, por este motivo la quiropráctica es reconocida ahora como el tratamiento mas eficaz, seguro y conservador frente a problemas de la columna vertebral.